Mar

viernes, 15 de agosto de 2008

El mar me miraba asombrado, de mi pequeñez…
y me desnudé frente a el con mis ilusiones y los miedos que me frenaron toda la vida.
Y lo ví ahí, en paz, moviendo sus olas como si ná…
Me atreví a posar mis pies en la orilla y pregunté ¿por que?
y solo escuché el silencio dentro de mí,
el viento me devolvió a la realidad y me di cuenta que …
siempre aconsejé a todos que salgan, que luchen, que enfrenten, que todo es aprender.
Sin embargo ahí, frente al mar. Enmudecí y me sentí chiquitita y abandonada otra vez.
Todo volvió a mi memoria,
el pasado que tuve y el futuro que soñé,
a veces no todo es tan simple, a veces cuesta decir realmente la verdad. Y no por que sea mala, sino que simplemente da pudor,
entonces jugamos y decimos lo que queda mejor.
Me desnudé frente al mar, pero el mar abrió mis ojos una vez más.
Y supe que todo lo que sentí y lo que siento es verdad,
que nada de lo que pase me puede dañar.
Abrí los ojos, empecé de nuevo, lo necesitaba,
lo necesito.

Los buenos y los malos

¿Cómo escupir las verdades si aún no se tienen claras?. ¿Cómo saber realmente cuando algo es blanco, gris o negro?, ¿Cómo encontrar el camino a casa cuando te sientes en un laberinto sin salida?.
A veces las encrucijadas te llevan a un estado mejor… o peor, pero valerse de coraje es importante, sobre todo si se trata de amar. Podemos perderlo todo, podemos dejar de soñar, podemos sentirnos vacíos, podemos sentir la soledad… pero jamás podemos dejar de amar.

Construir, dialogar, caminar de la mano, unirse por más, levantar la pared aunque vuelva a caer un segundo después, escalar las montañas sin medir los riesgos a cambio de un poco de paz y estabilidad, por amor, cualquiera es capaz. La bandera que separa a los buenos de los malos no es el odio, ni siquiera los malos son capaces de odiar tanto, son temerosos y guardan en su interior el miedo más profundo, que hace que pierdan incluso su dignidad.